Amanecemos en nuestro 5º día, más dormidos que otras veces (empieza
a notarse el cansancio), desayunamos, y los peques se van con Brezo a misa. Nosotros seguimos medio sopa, pero esperamos (o al menos yo), a su vuelta, poder ir a la playa, pero tío Gabi,
que está de vacaciones, acaba de levantarse, más bien tirando a dormido, y
prefiere no coger la bici, así que deciden irse los mayores con Diego a conocer
Utrecht, y nos quedamos nosotros tres con los niños.
Deciden hacer huelga, y es que “ya no saben qué enseñarnos”, así que
yo, a lo “mi padre”, decido que no he venido a Holanda a estar enchufada a la
Wii, el ordenador, el móvil o la nintendo, así que me declaro jefa superior, y
obligo a “too quisqui” a movilizarse a la playa. Recibo quejas de Moni y Jaco,
la una escuchando música en el ordenador y el otro jugando a los Rabids en la
Wii, pero las omito y cogemos todos las bicis. Sólo he ido a la playa en coche
y quiero conocer el precioso camino que hay hasta allí en bici, incluyendo la famosa cuesta.