Miércoles,
lo que significa que tengo que ir a Marco’s, la tienda de bicis, para cambiarle
los pedales.
Decidimos
que vamos los tres, y que Jorge y Angy me seguirán con los perros, así matamos
dos pajaros de un tiro. Llegamos a la tienda, y hablo con un dependiente, que
me dice que meta la bici al taller, que es lo que hay detrás del mostrador, por
una puerta que da a la calle. Eso le digo a Jorge, y metemos la bici. Angy se
queda fuera con Pepa y Poco.
El
señor del taller, un hombre mayor, me dice a todo que sí cuando le pregunto,
cambia los pedales, cayéndosele dos veces la herramienta, y un vez el pedal
cuando iba a dármelo, y al acabar me dice el precio en holandés. Claramente no
lo entiendo, a parte de que no sé holandés, cambian los números, lo dicen más
raro que los cientos y los miles en inglés, que en su día me pareció imposible
de aprender, así que amablemente le pido al señor de detrás, también de la
tienda según ponía en su camiseta, que si me puede repetir el precio. Me dice
que cuesta 19,95€, sin posibilidad de “haber entendido mal”, así que les digo
que me perdonen, pero que ayer uno de ellos, me dijo que no eran 9, si no 6. Me
pregunta que quien, y cuando le estoy respondiendo que un hombre con el pelo
blanco, aparece por la puerta del taller. Hablo con él, y miran los precios,
resulta que la bici de Gabi tenía unos pedales que no eran los que corresponden
con su bici, y como ayer vine sólo con el pedal, me dijo el precio de los
pedales incorrectos, pero todo esto tengo que averiguarlo yo, porque ellos no
me dicen nada. Me dicen que son 16,50€ sin ningún tipo de explicación, y Jorge
decide pagarlo. Luego nos dicen que “ten
iuros” son por el work, y en vez
de pelearlo, cosa de la que luego me arrepiento, decido volver a casa, y ya ver
que hacer cuando se lo cuente a Brezo.
Al
llegar a casa me pongo a buscar cómo ir a Delft, para más inri, al Lidl de
Delft, y tras investigarlo y descargar Jorge una aplicación para su Tablet que
funciona sin internet, ponemos rumbo a esa bonita ciudad.
Llegamos
sin problema, aparcamos enfrente del Lidl, y cogemos un carro. Compramos mil
cosas, todas ellas para comer los próximos días. Al salir, después de cosa así
como hora y cuarto por los pasillos del Lidl, nos dice la cajera que no admiten
tarjetas. Estamos bueno, en el Albert igual, no admiten tarjetas, tienen que
tener relieve… en fin. Paga Jorge en efectivo, nada más y nada menos que 38
euros de compra, y salimos al coche, donde descubrimos que hay bolsas donde
poder llevar la compra. Perfecto. Cargamos el coche y ponemos rumbo a casa,
porque no nos da tiempo a conocer la ciudad y devolver un vestido que regaló Gabi
a Brezo y le queda grande. Volveremos mañana.
De
comida, que ya es hora (17.30h) tenemos arroz con carne de kebab al curry, y al
acabar, a eso de las 18h, llega Brezo. Nos dice que se va a la playa, porque
hace un día maravilloso, y se coge la bici de Ali porque la suya está en el
taller, y no la tienen hasta mañana.
Nosotros
nos quedamos en casa, aunque a mí me apetecía ir a la playa, pero me puede la
pereza, y me quedo en casa, esperando a que vuelva Brezo para enseñarnos el segundo
lugar al que llevar a los perros.
Llega
Brezo, y salimos al coche con Pepa y Poco. Ésta vez conduce Angy. Brezo le dice
que en el fondo ya conoce el sitio, así que no le da ninguna indicación más que
“hacia la playa”. Eso hace Angy, con con nuestra ayuda, que para eso estamos, y
aparca en el 1er parking, en el que me hizo aparcar Moni el primer día que cogí
el coche. No suele haber coches, según nos dice Brezo, pero ésta vez sí que es
así, y rezamos (no literalmente) porque sea gente que viene a la brasería de al
lado, y no gente que le dé por soltar a sus perros en el bosque de al lado de
la playa.
Sea
como sea, no nos encontramos más que con un perro en todo el camino, y no
podemos evitar que nos resulte curioso ver un bosque sobre arena de playa.
Brezo nos indica dónde atar a los perros, dónde soltarlos, cuando cogerles de
la correa para cruzar, y por dónde pasan caballos.
Después
de todo, volvemos a casa, y Brezo vuelve al trabajo. Nosotros hacemos (bueno,
Jorge hace) palomitas, y las acompañamos con queso, mientras vemos la que será
nuestra serie: Sobrenatural.
Aquí
nos despedimos, mañana continúo.
Goedenacht!